lunes, 20 de octubre de 2008

Los Extraños Métodos Del Niño Fidencio



Operaba sin anestesia: El Niño Fidencio tendía al enfermo en el suelo, pedía una botella, la rompía, tomaba un pedazo de vidrio y abría sin vacilaciones. Para cerrar la herida usaba una planta cactácea llamada sacasil, que produce un pegamento bastante resistente. También extraía muelas con ayuda de tenazas comunes como las que utilizan los mecánicos.

Caminaba sobre los pacientes: Solía curar a los enfermos haciendo que se acostaran en el suelo y caminando con los pies descalzos sobre ellos. También andaba sobre los hombros de la gente que se agolpaba desde la entrada del pueblo hasta su casa. Ésta era una forma de atender a cientos de enfermos a la vez.

Enjaulados con fieras: Fidencio producía impactos emocionales en algunos pacientes al meterles durante un rato en la jaula de un puma sin colmillos ni garras.

Proyectiles sanadores: Fidencio subía a la azotea para dar la bendición a sus seguidores y luego les arrojaba frutas, huevos y monedas. Los asistentes tenían la certeza de que si alguno de los proyectiles golpeaba la parte enferma de su cuerpo, sanarían de inmediato.

La colonia: En este lugar se encontraban numerosos enfermos mentales que habían sido llevados allí por sus familiares. Era un gran corral donde los pacientes permanecían aislados y frecuentemente. Otra “colonia” estaba destinada a los leprosos. Constaba de una serie de cuevas donde los enfermos eran confinados.

Los baños en el “charquito”: Diversos males eran tratados en un charco que en la actualidad es una especie de piscina llena de fango. Allí bañaban a quienes padecían enfermedades agudas, lepra o ceguera. Alos que tenían trastornos mentales los azotaba y luego los bañaba en el charco de madrugada.

El columpio: Para la curación de mudos, paralíticos y dementes, Fidencio usaba un columpio en el que sentaba al paciente y le empujaba al vacío desde una altura de 8 metros sin previo aviso. La desesperación era tal que en ocasiones se curaban los que padecían un mal mental, porque ponían en movimiento la razón.

En el caso de los mudos se trataba de restablecer la facultad verbal a través del vaivén, y en los paralíticos intentaba poner en movimiento las extremidades impedidas.

Cantos: Como el Niño Fidencio tenía una enorme afición por la música, se dice que acostumbraba cantar mientras curaba, proporcionando tranquilidad a sus pacientes. Por la tarde, cuando se repartía el té, todos cantaban las canciones favoritas del curandero, entre las que estaban cuatro milpas, la rielera y la hija del penal.


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